Me sorprendió recientemente leer que la palabra "BRINDIS" que al escucharla nos lleva inmediatamente a momentos placenteros en su mayoría, viene de la expresión alemana: "ICH BRING DIR'S", que significa YO TE LO TRAIGO. Esta palabra llegaría al español por medio de los italianos: cuentan que los lansquenetes (en alemán Landsknecht, servidor del país (de «Land», tierra o país y «Knecht», servidor), nombre con que se designó a algunos mercenarios alemanes que operaron entre el siglo XV y el XVII) de Carlos V saquearon la ciudad de Roma y celebraban la victoria alzando copas con vino y gritando esta expresión.
Cuantas veces no hemos BRINDADO ( o YATELOHETRAIDO) con ese agua de dioses fruto si se quiere del Dios BACO que desde la antigua Grecia nos dejó este formidable néctar, pero no es así. La historia del vino parece haber nacido casi con el hombre. Se conoce, que desde los antiguos egipcios ya se hablaba y se escribía sobre un brebaje medicinal sacado de las uvas. Quizás la primera vez que el homo erectus probó esta bebida habría sido con una racimo de uvas fermentadas que lo pusieron sabrosón, con vidilla, alegre que se dice y desde entonces le agarro el gusto de beber fermentado el zumo de aquella fruta.
Lo cierto es que desconocemos el origen (como si eso importara) de una de las bebidas más universales del mundo, compartida por ricos y pobres, realezas y plebeyos el vino ha sido y seguirá siendo (como dijo Benjamín Franklin) la bebida que hace "la vida más fácil y llevadera, con menos tensiones y más tolerancia", ¡claro esto por un par de horas nada más!.
A mi me llegó pronto el disfrute de este placer. Aún adolescente pero ya entrando en la etapa de la adultes (que no es adulterio por si se confunden) conocí al famoso vino pasitas, sacado de la fermentación nada más y nada menos que de la Banana fermentada (cambur para los paisanos). Con un dulzor engañoso y un poder alcohólico quiebra-vergüenzas, recuerdo las veces que la alegría se apoderó de mis pensamientos y acciones y quien sabe cuantas tonterías abre hecho (gracias a Dios en aquella época no habían móviles con cámaras).
Lo cierto es que poco a poco fue más interesante el acercamiento al vino y su alegria etérea. Empezaron a llegar a mí vista los tintos, los blancos, los rosados, luego a mí gusto los dulces, semi-dulces, secos, abocados, semi-secos, jóvenes, para finalmente llegar a mi paladar por sus nombres; el Cabernet, el Sauvignon, el Merlot, el Malbec, el Chardonnay, el Tempranillo, el Rioja, los maravillosos Pinot: Grigio, Noir o Meunier. Muchos procedentes del Sur del continente desde Chile o Argentina, otros del norte, desde California o muy lejanos desde Australia. Cabernet franc, Carignane, Grenache, Mouvedre, Petit Sirah, Petit Verdot, Sangiovese. Y pare usted de contar, hasta pasando por la "Leche de la Mujer Amada" por cierto germánico como el "Brindis".
El vino es una bebida que nos puede acompañar en cualquier momento, tanto en las alegrías como en las adversidades. Por eso para ser un buen gourmet no debes cerrarte a la idea de compartir más veces un buen vino (o una cerveza, ¡claro está!) a diario. Hasta lo recomiendan los médicos, sin excesos, como debe ser. Pero no te limites a solo "ocasiones especiales", cada día hay muchas razones por la que servirte un par de copitas (una para ti y la otra para quien tu quieras) y veras como las relaciones entre tu pareja, tu familia y tus amigos tienen su momento especial para hacer una buena y serena conversación.
Cuando decidas tener una cena especial y quieres lucirte acompañando la velada y la comida con vinos te recomiendo que:
- Los vinos blancos los sirvas antes de los tintos.
- Se debe servir primero los vinos más jóvenes y deja los más añejos para luego.
- En ese mismo orden debes servir primero los vinos de menos cuerpo (menos sabor por decirlo de una forma mas coloquial) y deja los más intensos para el final (los podrás diferenciar por la cantidad de tanino o por sus colores mas intensos y menos traslucidos)
- Y lógicamente primero sorprende a tus comensales con vinos secos y vas llevándoles a los más dulces.
Al igual que tu cena va agarrando fuerza y sabor, tu selección de vinos debe ir acompañando este IN CRESCENDO de sabores. Por regla general se acompaña el pescado, los mariscos y algunas carnes blancas con vino blanco, el tinto a las carnes rojas y los dulces con el postre o como aperitivo.
Si quieres más información puedes consultar el siguiente web site:
http://www.sabormediterraneo.com/vinos/temperatura_vino.htm
Mi experiencia es que puedes sorprenderte como algunos tintos jóvenes pueden realzar unos mariscos o carnes blancas. Para mi también debes escoger el vino con la forma de cocción o presentación de la comida que va a acompañar, para un pescado preparado muy delicadamente, vino blanco, semi-seco. Pero si es un pescado frito o con una salsa fuerte y picante veraz como un tinto joven o un rosado lo convierte en una maravillosa experiencia en el paladar. La mejor forma de saber es experimentar, así que antes de tener invitados preparate en la intimidad de tu familia esta aventura culinaria y después sorprende a tus amigos.
Este tema es muy extenso y seguramente tendré que volverlo a tocar más adelante pero es un comienzo, si aún no te has dejado cautivar por semejante néctar.
Aún recuerdo la vez que invité a mi primo Ricardo a una clase sobre cata de vinos organizada por Industrias Polar en Venezuela que comenzaban a hacer vinos propios de la tierra y presentaban su "Tempranillo".
Comenzó muy bien con el reconocimiento de esencias, porque lejos de lo que algunos creen, el buen vino como la buena comida o una bella dama se comienza a disfrutar en el olfato, ese sentido que nos deja percibir aquello que está y no se ve, como un cervatillo que huele en el ambiente la presencia de un tigre, igual nuestro cerebro se deja cautivar primero por el olor, las fragancias que nos llegan, el BUQUÉ dicho por un experto. Poder encontrar el olor a madera, a chocolate, a frutas, a canela, a orégano, a picante es un placer que debemos aprender a volver a tener.
Luego pasamos al disfrute y reconocimiento del color, a sus matices, a esos brillos en la copa, esos colores tan rojos y vivos como la sangre y tan brillantes como el oro, el trigo, evocadores a los labios de una jovén mujer, deseosos y seductores.
Y claro teníamos que llegar al climax de una degustación, de una cata. Dejarnos seducir por esos sabores en boca, los taninos, las especies, la dulzura y la madurez, ese redondo en paladar que te deja abierto todos los sentidos y que poco a poco te va dejando también al descubiertos los sentimientos y la alegría de niños siempre oculta por las reglas de la sociedad.
Para hacer más increible esta subida al mismo Olimpo cada vino fue acompañado por una tapa, un entremes, un canape, uno más increible que el anterior. La idea era poder apreciar como un buen vino, bien escogido, era una acompañante especial para cada tipo de comida, como la realzaba y ensalzaba hasta lo más alto de nuestro gusto.
Una prueba final serían las temperaturas ideales para cada tipo de vino, tan frio como para perder el sabor o tan caliente para ser hasta repulsivo...había que conocer exactamente la temperatura de cada selección, justo donde todas sus propiedades y magistrales matices se coronaban y nos deleitaban en todo su esplendor. Y rematamos con una degustación de espumosos champanizados, brut, cavas, burbujas locas que acompañan al exito (o asi nos lo vende la publicidad y el cine).
Hasta aquí todo suena muy poetico, romantico y hasta dan ganas de servirse un vino ya mismo. El detalle es que nadie nos dijo que NO DEBIAMOS TOMARNOS TODAS Y CADA UNA DE LAS COPAS QUE NOS SIRVIERON. Nadie se tomo un segundo en decirnos que solo llevaramos al paladar y luego escupiéramos el buche de vino que habíamos "catado" porque podríamos terminar más borrachos que una cuba. Así que se podrán imaginar al final del recorrido quienes estaban ligando (hechandole los perros) con las promotoras de Polar y cantaban rancheras!.
Un consejo para concluir: cada vez que te inviten a comer a una casa, con unos amigos o simplemente una reunión haz lo que pregona el BRINDIS y lleva una buena botella de vino, para que puedas levantar tu copa con orgullo y decir "ESTE TE LO TRAJE YO".
" Los Hombres son como los vinos: la edad agria a los malos y mejora los buenos"Marco Tulio CICERÓN
muy bueno tu comentario te felicito estaremos pendiente de las recetas y recomendaciones sobretodo las salsas.
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